Esta historia comienza por allá por el año 1986, cuando un grupo apostólico: “los del internado” nos reuníamos a evaluar, orar y planificar nuestro siguiente fin de semana con los chamos de una institución del INAM en Naguanagua. Un cooperador, una compañera de la universidad (hoy también Cooperadora Salesiana), varios alumnos del cuarto año del colegio Don Bosco de Valencia (aspirantes en aquel momento, algunos Cooperadores Salesianos hoy, otro sacerdote: P. Gustavo Corzo). Plaza las Tres Gracias: la Madre de la tierra, la madre Patria y la Madre del Cielos. Oramos… ¿Por qué no soñar? Por que no crear una casa para los chamos huérfanos, para los abandonados. Esos con los que nos encontrábamos cada sábado, una casa en donde de verdad nos comprometiéramos por ellos, no sólo los fines de semana, cuando es poco lo que hacemos realmente por ellos. Por qué no ayudarles a salir adelante con su vida. Por qué no construir una casa y una familia para ellos. Éramos también chamos. Pero, ¿por qué no? Parecía una locura.
Hoy este sueño, es la Casa Hogar Maria Auxiliadora… el proyecto. El proyecto, porque siempre será eso, un proyecto que dia a dia se concreta en quienes hacen de ella su hogar. Ha sido un camino largo y que aún apenas comienza.
Ha sido un camino duro. Que poco cree aún nuestra sociedad en la capacidad del laico para emprender estas obras. Cuantas puertas cerradas, cuantas puertas y cuantas veces hay que tocarlas para que nos abran. Sin embargo, hay gente que creyó que era posible y aún a pesar de nosotros mismos y de nuestras debilidades hoy nuestra casa sigue adelante. Ocho meses buscando el terreno donde plantar esta semilla. Lo encontramos o más bien “nos los pusieron en la mano”. Todo indicaba que sería allí. Centenario de la muerte de Don Bosco: surge la Asociación Civil. Fiesta de María Auxiliadora del mismo año. Bendición del Terreno. Visitar y conocer otras casas y obras para aprender de su experiencia. Fruto Vivas, el arquitecto de sueños, da forma a nuestra idea. Mayo de 1990, primera piedra. Con recursos propios, con rifas, verbenas, calcomanías, con la revista Familia Cristiana, se inicia la construcción en el año 1992. Preparar la comunidad, involucrarnos con ella: eucaristías, primeras comuniones, confirmaciones, la Fiesta de Don Bosco, la Fiesta de María Auxiliadora, el Rosario en Familia, la Virgen peregrina. Poco a poco el proyecto comienza a ser realidad. Octubre de 1997, la casa acoge el primer grupo de chamos. El grupo crece en edad y en número, se van sumando docentes, alumnos y jóvenes. Unos se van, otros se han ido quedando. Una cooperadora, Yajaira Hernández, venida de Caracas, se atreve a dejar todo y arrancar. Que trabajo tan bello y tan bien hecho. Como han crecido los muchachos y muchachas que han hecho de esta casa su hogar. A partir de septiembre del 2004, Yajaira nos debe abandonar. Tristeza y un profundo sentido de gratitud por tanto trabajo, tanto amor, tanta caridad en acción.
Un cooperador salesiano y un profesora salesiana deciden “irse” a vivir a la casa”.
Desacomodar la vida para reacomodarla con los muchachos. Aprender el oficio. Pero ha sido una experiencia “sabrosa”. Recordamos las palabras del padre Stocco: “esto no es poesía…” y es cierto, el esfuerzo es grande. Pero que rico es trabajar al servicio de Jesús a través de los muchachos. Ver como la providencia del Padre nos acompaña, como María Auxiliadora nuestra patrona, esta presente y nos cuida. Salir a trabajar como cualquier hombre o mujer de nuestro pueblo a ganar el pan de cada día. Regresar a la casa para esperar a los muchachos que vuelven de su escuela para comenzar la siguiente jornada: oficios, tareas, juego en nuestra “cancha”, río, el baño, la cena, el rosario, las buenas noches, la bendición y el abrazo de afecto entre “tíos” y “sobrinos”. Buscar el sustento de la casa porque los propios sueldos no llegan, ver como hacemos para crecer: más niños necesitan de un hogar. Sumar más “tíos” a la idea. Como ayudar a crecer a la comunidad a nuestro alrededor.
Hoy en día tenemos once chamos: Wilmer, Dany, Moisés, Freder y María de los Ángeles, los mas “viejos”; Darwin, Néstor Daniel, Luis Daniel, Eliécer, Elismar, Ricardo, los mas recientes. El próximo año, la meta es llegar a quince. Construir la familiaridad, el descubrir y potenciar las capacidades de cada uno, el crecimiento en la fe desde un clima de vivencia profunda de los valores cristianos. Un camino que se emprende cada día dentro de un ambiente de alegría y espontaneidad, de compromiso con el deber diario bien cumplido, la presencia de los “tíos”. Más allá de nuestra familia, los vecinos: dentro de nuestras instalaciones funciona un consultorio médico comunitario; brindamos apoyo en tareas y biblioteca a los muchachos y muchachas de la comunidad; nuestra “cancha” es lugar de encuentro para los amigos de la casa; nuestros espacios son escenario de cursos y talleres de habilitación para jóvenes y adultos. Poco a poco hemos ido trabajando en aquello de hacer de nuestra casa el ideal del oratorio: Casa que acoge, Parroquia que evangeliza, Escuela que encamina hacia la vida y Patio donde encontrarnos como amigos y pasarlo bien.
Necesidades… ¡muchas! A nivel de infraestructura: los techos de los pasillos internos ¡nuevamente llegan las lluvias!; cambiar las puertas que la intemperie ha deteriorado; finalizar la construcción del salón que servirá para la Unidad de Apoyo Académico al servicio de nuestros chamos y como fuente de ingresos; la Terraza múltiple como espacio recreativo, de encuentro comunitario, como aula abierta; construir una “cancha de verdad”; los tanques de aguas blancas; el acceso a la casa. A nivel de dotación: zapatos, útiles escolares, medicinas, sábanas, toallas, útiles de higiene personal y de aseo en general. A nivel económico: la manutención de los muchachos; conseguir “padrinos” para cada uno; corazones y bolsillos que pudieran aportar donaciones mensuales fijas ¡ninguna es pequeña!. A nivel espiritual: mucha oración para que el Señor nos ayude a sostenernos en medio del trabajo a pesar de las dificultades; para que el Espíritu Santo nos ilumine en medio de nuestras limitaciones para hacer siempre lo mejor para nuestros chamos; para que la divina providencia en medio de la pobreza que vivimos suscite almas solidarias que compartan con nuestros muchachos los dones recibidos y para que María Auxiliadora nos anime y llene con su amor las carencias de afecto y seguridad de los corazones de quienes hacemos de esta casa un hogar.
Si te animas a ayudarnos, a solidarizarte con esta casa de María Auxiliadora ya sea prestando tu apoyo económico apadrinando un niño o con una contribución mensual fija, con la donación de alimentos, enseres, mobiliario o dando un poco de tu tiempo al servicio de estos muchachos comunícate con nosotros al teléfono +58 412-882.4225 – +58 424-401.2123 – +58 416-733.2080 Si quieres ayudarnos inmediatamente: cuenta de ahorros Nº 01910373162100001846. RIF: J-7572878-5 a nombre de Asociación Civil Casa Hogar María Auxiliadora en el banco BNC. Contamos con tus oraciones.